viernes, 13 de diciembre de 2013

Experiencia Personal con el Disfraz

Pues bueno, tal y como he anunciado antes, el tema principal de este texto será mi reflexión personal sobre las sensaciones que experimenté durante la mañana que me correspondía ir a clase disfrazado.

Parándome a pensar sobre mi selección inicial del disfraz, creo que llegué a ser bastante crítico, dado que, al igual que casi todo el mundo, creía que llevar algo llamativo o extravagante, como llevar un disfraz de diablo con peluca multicolor o de superhéroe frustrado, era una buena forma de ir disfrazado.
Iban pasando los días y parecía que mi capacidad creativa no estaba por la labor de ayudarme a decidirme, así que seguí pensando hasta que, de improvisto, me encontré con lo que, para mí, era uno de los disfraces más simples pero a la vez de los más entretenidos, por lo que finalmente decidí disfrazarme de monje.

El día que me tocaba ir disfrazado se me ocurrió darle un poco de juego a mi disfraz, algo que creo que no ha hecho nadie aún, así que opté por esconderlo enrollándolo en mi abrigo (puesto, obviamente) y aparecer por mi instituto como si no me hubiera acordado de que aquel día era yo el que tenía que ir disfrazado. Al llegar, la gente de mi clase me miraba pensando que no llevaba ningún disfraz puesto, algo de lo que me percaté por supuesto, lo que hizo pensar que el juego tenía más gracia, pero no sabía cómo aparecer disfrazado sin que quedase muy cutre, por lo que aproveché un momento en el que no me veía nadie para aparecer con mi túnica marrón y mi cordón blanco puesto en la cintura.
Entré en mi clase y las mismas personas que creían que no me había acordado fueron las que dijeron que al final sí que iba disfrazado.
Al principio me parecía un poco vergonzoso, porque claro, era el único que iba desentonando en mi clase vistiéndome como un monje, pero más tarde esa sensación fue desapareciendo hasta el punto en el que llegué a encontrarme cómodo con la túnica (quitando la parte de ir al baño, que era algo...complicado).
 Más tarde, en el recreo, volví a experimentar esa sensación de estar siendo observado por todo el mundo, hasta llegué a sentir que como analizaban mi disfraz, aunque luego volví a sentirme como en casa con mi disfraz durante el resto del día, dado que no creía que fuese haciendo el ridículo, todo lo contrario, pensaba que era algo que merecía la pena experimentar.


Siendo sincero, creo que este experimento me ha resultado muy interesante, dado que me ha permitido llegar a experimentar sensaciones que normalmente no estoy acostumbrado a sentir. He aprendido que lo realmente importante es cómo te ves tú mismo y no cómo los demás te ven y también he aprendido que a veces las cosas más sencillas son las mejores. En definitiva, me ha gustado mucho este experimento y pienso que merece la pena probarlo, al menos una vez.

1 comentario:

  1. Me ha parecido muy interesante el comentario sobre el día que fuiste disfrazado de...monje,un disfraz un tanto original.En mi opinión,ya es de ser valiente venir disfrazado/a al colegio,más aún de monje.No obstante,es una experiencia que como tú y todos tus compañeros me gustaría vivir en alguna etapa de mi vida.Pensar que todo el mundo te mire raro o se ría por ir diferente a los demás,por un día tiene que ser divertido vivirlo.
    Me ha hecho un poco de gracia eso de " la parte de ir al baño " ,aunque pienso que pudo ser la más interesante del día,ya que es cuando todos te miran más detenidamente y cuchichean con sus amigos.
    Pienso como tú,que merece la pena probarlo y espero poder hacerlo algún día.

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