En esta
entrada me centraré en las posiciones epistemológica y cosmológica de un famoso
filósofo francés del siglo XVII, René Descartes, el cual acabamos de dar en
nuestra asignatura de filosofía.
El objetivo de
este autor se resumía en la búsqueda de un método que permitiera librar al
conocimiento del error. Para ello, Descartes elige el conocimiento matemático
como modelo de saber al que dirigirse, dado que éste reunía las características
que el autor pretendía extender a las demás esferas del conocimiento, Sin
embargo, durante su búsqueda no se centra en la matemática vulgar, sino en los
procesos mentales de los matemáticos, a los que llamó “matemática universal”.
Esta matemática universal hace abstracción de los objetos de la matemática
vulgar procediendo de acuerdo con la razón. Según Descartes, estos procesos
eran el orden, que suponía la posibilidad de deducir conocimientos a partir de
otros previos, y la medida, que suponía la posibilidad de un tratamiento
cuantitativo (sólo puede conocerse con rigor aquello que puede ser
cuantificado). Este método se basaba en dos fundamentos, intuición intelectual
y deducción, y re regía por cuatro reglas: intuición intelectual, análisis,
síntesis y revisión. En su obra “Discurso del Método”, el autor defiende que el
método se basa en la razón, dado que tenía que sostenerse en algo sólido para
funcionar. Este libro era la introducción de otra obra mayor, “Los Meteoros”,
escrita en francés para que fuese divulgada para todo el mundo a diferencia de
los demás libros, escritos en latín.
Cuatro años
después de la publicación del Discurso del Método, Descartes escribe “Las
Meditaciones de la
Metafísica ”, libro a través del cual pretende fundamentar la
razón y demostrar la validez del método al aplicarlo a la metafísica.
Para ello,
toma la duda como punto de partida. Comienza dudando de Dios, del mundo y del
sujeto a través de dos hipótesis: la hipótesis del genio maligno y la hipótesis
del sueño. Una vez inmerso en la duda, plantea que aunque piense que todo lo
que piensa es falso, es evidente que existe como sujeto pensante (solipsismo).
Tras la duda, Descartes encuentra una verdad en la que apoyarse, el cógito, que
supone el punto de partida para eliminar la duda, y a partir de aquí, llega a
las ideas de perfección e infinitud. Es entonces cuando a través de estas dos
ideas y mediante los argumentos cosmológico y ontológico, demuestra la
existencia de Dios, lo que provoca la inmediata desaparición de la duda.
Por otro lado,
el autor adopta la teoría de la sustancia y los accidentes para elaborar su
propia estructura de la realidad. Plantea que la realidad es únicamente una,
pero escindida en tres sustancias:
Por un lado
está la res extensa, regida por los principios mecanicistas (orden), en la cual
sólo le atribuía Dios la intervención inicial.
Por otra parte
se encuentra la res cogitans, en la cual el cógito era el punto de partida para
escapar de la duda. En esta sustancia se aloja el pensamiento, el cual supone
una sustancia independiente para Descartes, ya que si no existiese cuerpo,
seguiría existiendo el alma según él. Plantea que el ser humano es el único que
comparte ambas sustancias, unidas por la glándula pineal (situada en el centro
del cerebro), cuya función se desconocía.
Por último
está la res infinita, la cual aloja a Dios. Descartes habla sobre la existencia
de Dios deducida a partir del cógito, mediante las ideas de perfección e
infinitud y los argumentos cosmológico y ontológico. Finalmente, Descartes
plantea que la perfección de Dios le impide engañarnos cuando nuestra razón
toma una verdad como cierta. Como consecuencia, se fundamenta el método y
desaparece la duda.
Refiriéndome a
la epistemología del autor, creo que el conocimiento matemático únicamente
puede ser válido para ciencias en las cuales las matemáticas sean la única
forma para trabajar con procesos más exactos y rigurosos, como la física o la
geografía, pero sin embargo, en otros aspectos como la biología, me parece que
la experiencia puede ser el proceso más adecuado para su realización, ya que,
por ejemplo, la compasión de un ser vivo no puede llegar a conocerse a través
de las matemáticas, aunque puede que esté equivocado. Además, pienso que aún
usando las matemáticas, habrá verdades a las que no llegaremos a alcanzar, o al
menos no hasta dentro de mucho tiempo, como la fórmula que permita los viajes
interestelares (siendo un poco ficticio).
Por otra
parte, refiriéndome a la ontología del autor, estoy a favor de los principios
mecanicistas por los que se rige la realidad, ya que pienso que toda acción es
consecuencia de una causa previa. Sin embargo, no comparto la opinión del autor
con respecto a la división cuerpo-alma, ni con la posición y la labor de Dios
en esta realidad, puesto que, al estar en el ámbito de las ciencias, confío más
en teorías físicas relacionadas con la creación del universo y los planetas que
en la intervención y la posterior despreocupación de un Dios.